Chalco: entre mesas de paz y ráfagas de plomo
Por: Rosario Robles / Colaboradora
Por: Rosario Robles / Colaboradora
Otra madrugada más en Chalco, otra balacera, otro susto para quienes simplemente iban pasando. Esta vez, el blanco fue la Guardia Nacional, atacada a balazos por delincuentes que, como ya es costumbre, lograron darse a la fuga sin mayor problema.
El escenario: frente a la extinta plaza de toros Joan Sebastián, en dirección a Amecameca. Un punto bastante transitado, donde los disparos no solo rompieron el silencio de la madrugada, sino también la tranquilidad (ya de por sí frágil) de automovilistas que circulaban por ahí. Algunos frenaron en seco, otros se echaron al piso, y más de uno simplemente rezó que la ráfaga no le tocara a él. El caos, el miedo, la impotencia… todo en cuestión de segundos.
Lo más alarmante no es el ataque en sí —que ya es bastante grave—, sino que los responsables simplemente se esfumaron. Otra vez. Como si fuera rutina. Como si supieran que pueden hacerlo sin consecuencias. Y eso es justo lo más preocupante: parece que ya lo saben.
Mientras tanto, todos los días se llevan a cabo las llamadas "mesas de paz", esas reuniones entre autoridades federales, estatales y municipales promovidas por la gobernadora Delfina Gómez Álvarez, con la intención de coordinar acciones para mejorar la seguridad. La intención es buena. Pero los resultados… están lejos de verse.
Porque la realidad en Chalco supera cualquier comunicado oficial. Robos, secuestros, extorsiones, asesinatos a plena luz del día o, incluso, en la tranquilidad del hogar. La delincuencia organizada no solo avanza: ya rebasa claramente a las autoridades locales, y lo hace con total descaro.
Y por si hiciera falta una postal que lo confirme, basta con caminar por una zona céntrica del municipio y encontrarse con los viejos letreros que aún cuelgan desde hace años, alertando: “Zona de asaltos”. Ahí siguen, como si fueran parte del paisaje urbano. Como si la inseguridad fuera algo con lo que simplemente hay que aprender a vivir.
¿Hasta cuándo vamos a normalizar esto?
Hoy fueron disparos contra la Guardia Nacional. Mañana puede ser contra cualquier ciudadano. O contra ti. O contra mí. Lo grave ya no es lo que pasa, sino que nos estamos acostumbrando a que pase.
Porque mientras los delincuentes huyen entre las sombras, los ciudadanos vivimos atrapados en la luz de una falsa calma. Porque mientras las mesas de paz se llenan de palabras, las calles se llenan de miedo.
Chalco no necesita más discursos ni más operativos de un solo día. Chalco necesita justicia real, presencia efectiva, autoridades que enfrenten, no que simulen.
Y nosotros, como ciudadanos, también tenemos que dejar de aceptar esto como parte del “día a día”. Porque una comunidad que normaliza la violencia, tarde o temprano, pierde algo más que la seguridad: pierde la esperanza.
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